Desde hace ya algunos años, el vestuario fallero va más allá de los trajes regionales. Aunque parezca lo más tradicional de las fallas, en realidad hace 30 años nadie llevaba blusón ni pañuelo de cuadritos al cuello en la ciudad de Valencia. Aparecieron primero los blusones negros, que se popularizaron rápidamente sobre todo entre los más festeros: pronto fue habitual ver grupos de chavales con su blusón, al que al poco tiempo se añadió el escudo de su falla. No tardó en extenderse entre falleros y no falleros de todas las edades, dentro y fuera de los casales. Vinieron después los blusones de rayitas, colores, flores o bordados con pañuelos de todo tipo, muchos de ellos también con el nombre o el escudo de una falla.
Actualmente el vestuario fallero se ha extendido a todas las prendas
y accesorios imaginables: gorras, camisetas, sudaderas, chaquetas
polares (hacen furor estos últimos años), bufandas, bolsas… todo puede
llevar el escudo o el nombre de tu falla. Así, los falleros sacamos en
marzo nuestro equipaje para las fiestas y andamos con nuestros colores
de falla en falla, de fiesta en fiesta, mostrando nuestra enseña a toda
hora y en todo lugar.
En la Falla del Pilar, esta fiebre viene de largo. La noche de la
Plantá es larga y a menudo fría, hay mucha arena y césped que poner
alrededor de la falla y la ropa no suele quedar en buen estado al
finalizar. Para esa noche, sobre todo, se hizo la primera sudadera con
el escudo de la falla, para la plantá del 95. Desde entonces, a la
bolsa de ropa fallera se han ido añadiendo atuendos. A veces, como
regalos de la falla o las falleras mayores y presidentes; otras, donadas
por patrocinadores; muchas ideadas y sufragadas por los falleros. Aquí
hay fotos de unas cuantas.
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